Hoy no es mi día. Para empezar, un madrugón excesivo que me hace pensar... qué previsor, qué bien (a quien madruga dios le ayuda, -tenemos todos bien asumido en nuestro subconsciente-). Qué ILUSO.
Resulta que el metro de madrid (vuela) se ha sumado a la afición de sobretierra de obligarnos a hacer deporte (el famoso "salto de zanja"). Misión 1: ir al aeropuerto. En qué momento se me ocurriría la fantástica idea de hacer uso de los caminos para saltar las zanjas del metro de madrid; primero el cambio linea 6 a linea 8, los 10 minutos no te los quita nadie, saliendo del metro y volviendo a entrar. Luego sufrir la fantástica idea de hacer una estación en medio de una línea que no tiene ni 5 años de vida -si no la hicieron en su momento, será por que no hacía falta, digo yo... ¿o hace 5 años la gente era más tonta?. Total, párate a mitad de linea y coge el servicio especial, 15 minutos de servicio especial. Vuelve al metro (al menos, no te hacen volver a pagar billete) y al final, con todo esto y cargar la maleta por las escaleras -de 4 ascensores funcionaba 1-, una hora para llegar al aeropuerto -menos mal que no iba a la T4, pobrecitos...- Pero bueno, olvidándonos de la familia de cierta mujercita, hay q ser positivo y controlar uno el humor, que es muy temprano todavía.
Misión 2: facturar. Esta es la mía, auto-check in, me lo se de memoria. DNI -no lo coge- mete la tarjeta de pasajero frecuente, lo encuentra, equipaje, una maleta, aceptar, ponga la etiqueta según las instrucciones (duran 5 segundos en la pantalla, o eres campeón mundial en velocidad de lectura o más te vale ser espabilao y ser capaz de ponérsela sin instrucciones), la tarjeta de embarque... ¿tarjeta de embarque? no ha salido. El asistente de tierra, después de mirar mucho la máquina, me manda al mostrador 125, donde dejo mi maleta y me dan la tarjeta de embarque. Prueba superada sin mucha complicación -estamos en españa, seamos comprensivos-.
Llegar a la puerta no fue difícil, aunque sí duró su tiempo. Yo entusiasmado con hacer uso de mi flagrante tarjeta silver de pasajero frecuente y desayunar GRATIS!! en la sala vip, resulta que mi avión sale de la puerta en la que cristo perdió el gorro, y la sala vip, pues no se si hace falta que les diga dónde está... sí, donde perdió el otro gorro. Total, desayunar gratis vs coger el avión. Acabé donando el riñón para desayunar.
Yo pensaba que embarcar y llegar a mi asiento no era como para considerarlo una misión, pero tal y como resultó... Misión 3: llegar a MI asiento. Entrar en el avión, después de hacer una buena cola -y eso que esperé sentado a que hubieran entrado esos que se pegan por entrar el primero, como si dieran un premio- (¿por qué hacemos cola para entrar en el avión, si todos tenemos el asiento asignado?). Total, que llego a MI asiento y, como no podía ser de otra manera, estaba ocupado. Y nada, le digo que estaba en MI asiento, y con la mañana que llevaba, literalmente dije "a menos que nos hayan duplicado el asiento". Y efectivamente, no solo habían duplicado el asiento, ¡¡sino también EL PASAJERO!! ¡¡SU tarjeta de embarque tenía MI nombre!!. No pude evitar pensar en "Yo Robot", ¡un fallo en el sistema!. Vamos, que ese señor había facturado con mí pasaje... (sólo se me ocurre, que en el auto-check in el tío buscara por apellido -se apellida como yo- y el muy tonto -no se quién es más tonto, si él o el que hizo el sistema, ¿acaso nadie se llama igual que nadie?- facturó con MI pasaje y luego en el control de la puerta de embarque, a nadie se le ocurrió mirar los nombres del DNI y la tarjeta de embarque -la próxima vez, enseño un dni de Bin Laden, seguro que cuela-). Ligando los hechos... con razón la máquina no me dio la tarjeta de embarque, y es que era la única que conocía toda la trama. Y me pregunto yo: ¿Y si era un terrorista, que están tan de moda? ¿Y si era Jesús Gil -que según dicen, sigue vivo- viajando de incógnito? Me resituaron en una fila que iba vacía, anterior a la salida de emergencia y, por lo tanto, no se podían reclinar los asientos, como no podía ser de otra manera.
El aterrizaje tuvo lo suyo, puesto que cuando estaba a punto de tomar tierra el avión, cambió de idea y ascendió para dar otra vuelta. Luego nos contó el capitán que una avioneta se había colado y como le cogió gustito a la pista y fue lentorra en abandonarla, si aterrizábamos nos la comíamos, así que... otra vueltita y 10 minutos después, con la bencidión de la avioneta, tocamos tierra.
No se por qué, lo siguiente que pasó ya me lo veía venir: Esperando la maleta, siendo conciente de la buena suerte de la que gozaba en el día de hoy, no me desesperé porque se fuera vaciando la cinta de las maletas -y la correspondiente presencia de propietarios- y no apareciera la mía, simplemente, lo di como un hecho normal y dentro de toda lógica, vamos, no podía ser de otra manera. Le conté a la señorita, que vino hasta donde yo estaba a decirme que ya estaban todas, que no me habían dado resguardo de la maleta (¿para qué?, nunca hace falta, menos cuando hace falta). Total, todavía la estoy esperando. Se supone que llegaba a las 6 y media en otro vuelo... son las 9 y aún no han llamado (me enteré de lo de las 6 y media porque llamé yo).
En fin, me pasé el vuelo dándole vueltas al asunto de la suplantación de personalidad que me hicieron en el avión... no salgo de mi asombro.
Y dejo aquí esta pericia, porque como comprenderán, el cargador del ordenador lo llevaba en la maleta y la batería no me da para mucho más.
Buena suerte, y al que tenga la mía, ¡que me la devuelva!
04 julio 2006
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2 comentarios:
Marcos, te has convertido en el Odiseo del siglo XXI. Si Homero te hubiera conocido hubiera plasmado en un libro el periplo que ha sido intentar regresar a tu Ítaca canaria. ¿Te imaginas a tu madre, cual Penélope, tejiendo y destejiendo en la sala de espera del aeropuerto?
Menos mal que te lo has tomado con humor, ¡¡y que lo has compartido!!
¡Saludos peninsulares!¡Disfruta del mar !
Pues suerte con tu blog, yo llevo poquito tiempo con este, así que no sabría qué decirte. Supongo que el secreto estará en ir haciendo posts y no olvidarse de él!
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